Me encanta escribir y viajar, desde el 2008 tengo este blog donde comparto mis pensamientos, sentimientos y mis aventuras con palabras.

junio 09, 2008



Caminando en el infierno! así me sentí subiendo el Cañon del Chicamocha. Ese día fue mi primera caminata por Santander. El loco, como le decían al profesor de ética, nos invitó a la travesía, ahora que lo pienso creo que el muy maldito lo hizo a propósito, supuestamente dijo que sería una caminata muy tranquila y que la íbamos a disfrutar mucho, pero en sarcasmo.

Salimos de Bucaramanga hasta Piedecuesta y luego hasta el peaje en Pescadero antes de cruzar el río Chicamocha, un viaje de hora y media o tal vez dos, éramos unos 25 y entre nosotros había una extranjera como alemana, con la piel más blanca que la mía y mona como el sol, no duró ni una hora de camino, y se devolvió. 


El cañón del Chicamocha es un imponente paisaje de montañas áridas y algunos lugares verdosos, es la ruta principal para ir a San Gil y Bogotá, parece la carretera de la serpiente endemoniada, y es el tramo del viaje en que casi siempre me mareo. 

La ruta que caminamos ese día, iniciaba debajo del puente de Pescadero y todo el tramo era subiendo hasta llegar a la mesa de los Santos en el teleférico de Panachi. 

Panachi es un parque nacional al que se llega luego de subir la serpiente endemoniada y el teleférico cruza de un pico de montaña a otra, debe ser genial la vista desde ahí, en otra ocasión me subiré. 


Con mi amiga Moni y un compañero de clase, otra víctima del loco, fuimos los únicos dos que caímos jeje. Al inicio de la caminata parecía todo bien, hasta que comenzamos a subir esa “pequeña loma”, sin árboles y con un sol abrazador, parecía un infierno! Literalmente, y sobre todo a medio día, hasta pensaba que no estaba respirando pues no se sentía aire ni viento. Afortunadamente había llevado manzanas y esas me amortiguaron el mareo, pensaba que eso era sólo cuando viajaba en bus, pero no, desde ese día me di cuenta que subir montañas me marea. 

La mitad del recorrido fue la más difícil, ya luego llegamos donde había vegetación y casitas de campesinos, unos rudos! Subían y bajaban esa montaña como si flotaran y ni una gota de sudor; definitivamente estoy fuera de forma, fue lo que pensé, yo también viví en el campo y sé muy bien que vivir en la ciudad te vuelve un flojo y estropea las habilidades físicas de miles de generaciones de campesinos. 


Ocho horas duramos en el recorrido, de 9am a 5pm, lo genial fue llegar a la cima al atardecer, no lo podía creer, había subido por todo un cañón de infierno y lo había logrado, sobreviví! Me sentía como en uno de esos desafíos de supervivencia. No imaginan la sensación que es llegar a la cima y contemplar la inmensidad del paisaje, pero jamás volveré! me dije a mi misma, y recuerdo putear a ese profesor loco que le queda bien el apodo. 

Pero gracias a ese loco fue que revivió mi pasión por las montañas. 


Viaje con verso:

Cuando el atardecer se desvanece en el horizonte,
la tranquilidad de su hermoso esbozo con las nubes naranjas 
eleva mis pensamientos a donde no puedo alcanzarlos 
y siento paz de sólo admirar las maravillas que puedo ver 
y no puedo describir con palabras... 

☀ Selene de la Noche ☾


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